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Foto del escritorPsicologia Psicax

5 rasgos de las personas inmaduras

Existen muchos mitos alrededor de lo que implica comportarse de forma madura o inmadura, ya que no es fácil etiquetarnos bajo una única característica, sino que nos definen diferentes áreas y en nosotros se mezclan formas variopintas de conciencia: Somos sabios pero ignoramos cosas a la vez, podemos ser muy infantiles pero adultos a la vez, impulsivos en algunas cosas pero reflexivos en otras. Al mismo tiempo, aunque dependiendo de algunas características que destaquen algo más que las demás. Podríamos definir la inmadurez emocional como una forma de ser en que no se renuncia a los deseos o fantasías de la infancia, mismos que se relacionan con que el mundo gire en torno a sí mismos, o que la realidad se amolde a sus deseos o necesidades. Por otro lado, podría definirse la madurez emocional como un estado de entereza y templanza que conduce a actuar de forma realista y equilibrada.

Es más sencillo identificar la madurez o inmadurez a través de rasgos de comportamiento. ¿Cómo son las personas emocionalmente inmaduras? Os dejamos una lista de cinco características que suelen ser propias de estas personas.


1. Personas egocéntricas

Entender que el mundo no gira a nuestro alrededor es una parte importante del proceso de maduración. Cuando somos bebés no lo sabemos, es por eso que los bebés demandan comida a las 3 de la mañana sin importarle cuánto esto afecta o no al sueño de sus padres. Sin embargo, según vamos creciendo, aprendemos a reconocer que no siempre podemos obtener todo lo que queremos, y que otras personas y sus necesidades también existen y han de ser atendidas.


Madurar implica salir de la jaula del yo, del ego e implica entender que puede que nuestras necesidades no se puedan cubrir solo con abrir la boca, como haría un bebé. Cuando vamos renunciando gradualmente a esa fantasía, también vamos ganando conciencia de de otra posibilidad: Explorar el universo de otras personas. Si todo sale bien, podremos aprender a alcanzar el “tú” sin perder el “yo”.


2. Personas con grandes dificultades para asumir compromisos

No saber asumir compromisos es una señal inequívoca de inmadurez. A un niño le supone un gran esfuerzo renunciar a lo que quiere en ese instante para conseguir un objetivo mayor o mejor a largo plazo; es decir: Si le ofrecemos una golosina y le prometemos que si no se la come durante un tiempo le daremos otra, el deseo de comerse la que tiene en la mano se impondrá con una alta probabilidad.

Con el proceso de maduración el va comprendiendo que a veces son necesarias algunas renuncias, aplazamientos o restricciones para alcanzar nuestras metas. Y se va aprendiendo también que comprometerse con un objetivo o con una persona o grupo de personas, no es una limitación de nuestra libertad, sino una condición para proyectarse mejor en un futuro.


3. Personas que tienden a no responsabilizarse o culpar a los demás

Los niños se identifican a sí mismos como seres que están dirigidos por otros, es decir, que que no actúan bajo su propia voluntad. Es cierto que en buena parte lo están, al encontrarse en un proceso de continua formación e inserción en la sociedad y cultura en las que vive. Mientras son pequeños, creen que el error lleva inexorablemente a la culpa. No les importa tanto el daño que hicieron, sino el castigo o la sanción que se les pueda imponer.

Crecer es salir de ese estado de irresponsabilidad. Madurar es ir integrando y entendiendo que somos responsables de lo que hacemos o de lo que no hacemos. Madurar es aprender a reconocer nuestros errores y aprender de ellos, es aprender reparar los daños y saber pedir perdón.


4. Personas que establecen lazos de dependencia

Las personas inmaduras toman a los demás como un medio y no un fin en sí mismos. Y como medios que son, los necesitan. No porque los quieren, sino porque los necesitan. Por esta razón tienden a construir lazos en los que se establecen fuertes dependencias.

Para poder establecer vínculos que se asienten en la libertad, se requiere autonomía. No obstante, las personas inmaduras no tienen claro ese concepto. A veces piensan que hacer lo que quieren en cada momento es un comportamiento autónomo. Pero cuando tienen que asumir las consecuencias de sus actos, necesitan de los demás para que amortigüen, oculten o aligeren la responsabilidad.

5. Personas que manejan el dinero con poca responsabilidad

Uno de los rasgos más característicos de las personas inmaduras es la impulsividad, que se expresa a menudo en la forma que tienen de administrar sus recursos, por ejemplo, el dinero. Por eso, para satisfacer sus deseos en el mismo instante, no tienen problema en comprar cosas que no necesitan y muchas veces, con el dinero que no tienen.

A veces se arriesgan en proyectos financieros descabellados, ya que no evalúan objetivamente las inversiones y les cuesta proyectarse a medio y largo plazo. Por eso es frecuente que tengan deudas, causadas por su necesidad de satisfacer caprichos a corto plazo. Ser inmaduro o inmadura no implica que se sea siempre igual en todas las áreas, puede madurarse en unas antes que en otras y eso también forma parte del desarrollo. La madurez es algo que puede aprenderse y entrenarse, pero si la inmadurez interfiere intensamente en el funcionamiento normal de la persona, es necesario ser consciente de que existe ese problema para pedir la ayuda adecuada y dar los pasos claves para convertirse en una persona más madura con el tiempo.

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