Dentro de los trastornos de ansiedad, la fobia social es uno de los que podemos encontrar más comúnmente, más de lo que podemos imaginar en un principio. No obstante, la intensidad con que se manifiesta varía de unas personas a otras. Existen muchos casos en que se puede disimular el malestar, pero en los casos graves la limitación que se sufre es muy evidente.
A continuación, os dejamos algunos consejos que funcionan para ayudar a una persona con fobia social, como complemento a la psicoterapia, de manera que la persona vaya poco a poco superando el miedo irracional (es decir, la fobia) hacia otras personas, sobre todo tratándose de grupos de gente.
¿En qué consiste la fobia social?
Es el miedo irracional e intenso que algunas personas sienten ante cualquier situación que implique contacto social. El malestar se intensifica de forma correlativa al número de personas con las que se deba interactuar y lo poco que se las conozca previamente.
Algunas personas consiguen disimular su temor, pero esto no impide que el problema deje de afectar significativamente la calidad de vida del individuo. Es únicamente indicativo de la intensidad de la fobia social, que puede ser mucho mayor en otros casos o contextos en que no es posible disimular la angustia que supone la interacción con otras personas.
Es importante destacar y aclarar que la fobia social no es lo mismo que la timidez. La diferencia se encuentra básicamente en la intensidad de la angustia y en el estilo de pensamiento de las personas. La timidez es una característica de personalidad que se exhibe ocasionalmente. Los desencadenantes de la timidez ese dan en ocasiones puntuales en las que hay que interactuar con otros en tiempo real, por ejemplo, en una exposición de un trabajo en clase.
En cambio, la fobia social, presenta una alta intensidad y es profundamente irracional, sin que exista ningún detonante lógico que origine el temor que siente el individuo hacia la interacción con otras personas. Estamos hablando de un cuadro de ansiedad enfocada específicamente en las interacciones interpersonales, que se manifiesta de forma constante e intensa en el día a día de la persona, interfiriendo de forma significativa en su calidad de vida, incluso en momentos en que no hay nadie alrededor (por ejemplo, evitando salir a la compra para no tener que hablar con el personal de la tienda).
¿Cómo puedes ayudar a quienes tienen fobia social?
A continuación, te enumeramos los consejos que pueden ser útiles mientras acompañas y apoyas a una persona con fobia social:
1. Acompañarle a terapia
Es buena idea acompañar a la persona a sus sesiones de terapia psicológica. Así, el psicólogo podrá evaluar mejor a la persona con fobia social y determinar las posibles causas de la fobia social. No obstante, cada paciente es único, y no podemos basarnos en la realidad de algunos casos para ayudar a todos. Lo mejor es asistir a terapia para que tanto la evaluación como el tratamiento sean lo más personalizados y ajustados a la persona que se pueda.
Los consejos que planteamos aquí son para ayudar y dar soporte a las personas que ya están yendo a terapia por sus problemas de fobia social, pero este primer paso es de suma importancia, y no puede sustituirse por ningún acompañamiento no profesional.
2. Ayudarle a replantear sus pensamientos
Es decir, favorecer que vaya adquiriendo otros pensamientos asociados a la interacción con las demás personas. La fobia social se relaciona directamente con un estilo de pensamiento de tipo catastrófico (ansioso), en el que la persona se imagina que todo saldrá rematadamente mal si se comunica con otros. Por ello, es muy importante hacerle ver que el contacto con las demás personas no tiene por qué terminar mal, sino al contrario, que puede darse una experiencia muy gratificante para todos, siempre y cuando se dé dentro de las normas sociales establecidas y desde el respeto mutuo.
3. Facilitarle herramientas sociales
Las habilidades sociales se pueden aprender, y en los casos de fobia social es necesario utilizar un sistema didáctico para que los pacientes puedan comprender claramente cómo funciona la socialización, y no solamente desde la teoría, sino también desde la práctica. Para ello, se puede acompañar a quien presenta fobia social y crear situaciones en las que se pueda relacionar con personas que conozca en mayor o menor medida, para que la tarea no se le haga muy complicada de llevar a cabo. Por supuesto, siempre es necesario contar con el consentimiento de quien sufre de este trastorno de ansiedad.
4. Ayudarle a ponerse metas
La superación de la fobia social implica un proceso con una serie de pasos graduales, en los que la persona irá superando paulatinamente algunas metas. Esto servirá para ayudarle a ganar confianza y seguridad, pero también le permitirá obtener práctica y una serie de conocimientos tácitos sobre cómo es el desarrollo de una conversación convencional. Es importante que estas metas estén orientadas a la socialización con otras personas, por lo que han de ser concretas y a realizarse a corto plazo, para que consigan motivar a la persona. Una idea seria, por ejemplo, pactar una primera meta de iniciar una conversación diaria a lo largo de una semana, de forma que a medida que pasan los días, esta conducta se convierta poco a poco en un hábito. Esto siempre ha de hacerse de forma coordinada con su psicólogo/a, para que los procesos que se dan tanto dentro como fuera de la consulta vayan al mismo ritmo.
5. Exponerse a entornos con mucha gente
Una forma efectiva de enfrentarse a las fobias es exponerse controladamente a las situaciones que producen malestar. En el caso de la fobia social, el procedimiento consiste en acompañar a la persona a eventos sociales en los que experimenten cómo las demás personas interactúan entre sí y hablan en público, haciendo de modelos para nuestro protagonista. Por supuesto, esto es algo que hay que pactar previamente con su terapeuta profesional de la psicología.
6. No meter prisa por conseguir resultados
Cada persona es diferente y tiene su propio ritmo de evolución, por lo que no es conveniente acelerar la progresión del proceso, especialmente en casos de ansiedad o fobia social. Si la persona nota presión por parte de su entorno en cuanto a ver resultados rápidamente, seguramente empiece a sentirse más ansioso/a y es posible que llegue a sentirse tan desbordado/a que esto le lleve a abandonar la terapia, por lo que hay que ser cuidadosos al respecto y respetar el ritmo de evolución de cada persona.
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