Es común y normal que haya días en que nos sintamos algo tristes o melancólicos, pero generalmente suele ser un estado transitorio y tiende a desaparecer. Hablamos de un cuadro de depresión cuando la sintomatología depresiva se da casi cada día durante casi toda la jornada y repercute de forma negativa en la vida diaria tanto de la persona afectada como de su entorno más directo.
Los síntomas más comunes son:
Sentimientos persistentes de tristeza, ansiedad, o vacío
Sentimientos de desesperanza y/o pesimismo
Sentimientos de culpa, inutilidad, y/o impotencia
Irritabilidad, inquietud
Pérdida de interés en las actividades o pasatiempos que antes disfrutaba, incluso las relaciones sexuales
Fatiga y falta de energía
Dificultad para concentrarse, recordar detalles, y para tomar decisiones
Insomnio, despertar muy temprano, o dormir demasiado
Comer excesivamente o perder el apetito
Pensamientos suicidas o intentos de suicidio
Dolores y malestares persistentes
Respecto a las causas, no se ha encontrado una en concreto, sino que parece tratarse de una combinación de factores tanto genéticos como ambientales y situacionales. La mayoría de las investigaciones realizadas muestran ciertas disfunciones a nivel cerebral: Los centros que regulan el ánimo, el pensamiento, el apetito y la conducta no funcionan normalmente. También están alteradas algunas sustancias químicas cerebrales cuyos niveles están descompensados en las personas con trastornos depresivos.
Algunos tipos de depresión pueden transmitirse genéticamente, pero también pueden aparecer en personas que no tienen antecedentes en su familia. Sucesos muy traumáticos o pérdidas importantes en la vida de las personas, así como situaciones muy estresantes también pueden dar lugar a la aparición de un trastorno depresivo. En cuanto al tratamiento, a pesar de la gravedad que pueda llegar a suponer la depresión, es un trastorno que puede tratarse con elevada probabilidad de éxito. Los tratamientos más comunes son la medicación antidepresiva y la psicoterapia.
-Medicación: Antidepresivos que equilibran los niveles de las sustancias químicas cerebrales (neurotransmisores como la serotonina, la noradrenalina y la dopamina) que intervienen en los mecanismos de la depresión. Es importante tener en cuenta sus efectos secundarios y siempre han de estar controlados por el profesional correspondiente.
-Psicoterapia: La terapia interpersonal y la cognitivo-conductual son las dos terapias que han probado su eficacia en el tratamiento de la depresión. En el caso de la primera, se trabaja sobretodo a nivel de relaciones interpersonales que puedan estar interfiriendo con la depresión del individuo o también ser la causa de su depresión. En cuanto a la segunda, se trabaja el cambio de pensamientos y de conductas de la persona, mismos que podían estar favoreciendo la depresión, generando así una mejor gestión de las emociones y comportamientos.
La psicoterapia es la mejor opción para tratar casos de depresión leve a moderada; en casos de depresión más grave o para algunas personas más resistentes al tratamiento psicológico, puede que la psicoterapia como único tratamiento no sea suficiente; en estos casos, la combinación de medicación antidepresiva y psicoterapia ha mostrado ser la opción más eficaz.
Si te sientes identificadx con varios de los síntomas descritos en este artículo, no dudes en contactar con un profesional. Estamos aquí para ayudarte.
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