Se trata del antiguamente denominado “Trastorno de personalidad múltiple”. No es un trastorno que se encuentre frecuentemente en consulta y es bastante común que las personas afectadas reciban diagnósticos erróneos. Es común que su inicio tenga lugar en la infancia pero no suele llamar la atención hasta prácticamente la edad adulta y se diagnostica con más frecuencia en mujeres.
Los criterios del DSM-V especifican que el TIDP se manifiesta con:
· La presencia de una o más identidades distintas o estados de personalidad (cada uno con sus patrones de percepción relativamente estables, en relación a, y pensando en el entorno y el yo.
· Por lo menos dos de estas identidades o estados de personalidad asumen el control recurrentemente de la conducta de la persona.
· La incapacidad para recordar importante información personal que está demasiada extendida para poder explicarse por medio de olvido ordinario y que no se debe a los efectos directos de una sustancia (por ej. pérdidas de conciencia o conducta caótica durante la intoxicación con alcohol) o una condición médica general (por ej. ataques parciales complejos).
En general, se considera que el TDIP surge como un mecanismo de protección de la personalidad y la autoestima, debido a que con frecuencia suele seguir a un suceso traumático y la separación de las distintas identidades se desarrolla como una defensa ante el propio trauma: Al no poder “digerir” conscientemente la situación aversiva o traumática, por lo duro que resulta para el sujeto, se crea una (o varias) personalidades alternativas que juegan el papel de “proteger” a la personalidad primaria, viviendo “vidas paralelas” para olvidar o evitar procesar el episodio traumático.
El tratamiento, por tanto, pasa por acceder a ese acontecimiento traumático para que la persona logre integrarlo de forma consciente y para poder también unir aquellos procesos mentales que se han visto fragmentados. ¿Habías oído hablar de este trastorno?
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