Aunque ya en el siglo XVII encontramos experimentos sobre localización cerebral, es a finales del siglo XVIII cuando dos expertos anatónomos, Franz Josef Gall y su discípulo Gaspar Spurzheim, dan el primer paso en el estudio de las funciones psicológicas del cerebro.
Tras notar que individuos con ciertas cualidades intelectuales tienen interesantes prominencias craneales, elaboran una doctrina denominada craneoscopia, y que conocemos hoy día como frenología, según la cual, la mera palpación del cráneo permite revelar las cualidades morales y las facultades intelectuales de una persona.
Según estos autores, las facultades mentales están localizadas en la sustancia gris cortical, debajo del cráneo: cada facultad está independientemente, aunque contactada entre sí a través de comisuras en la sustancia blanca. El cerebro por tanto, es como un paquete con 27 órganos separados que presiden cada una de las diferentes facetas del individuo y producen una protuberancia en la cara externa del cráneo.
Por lo que se refiere a los procesos psíquicos, Gall dice que cuanto más desarrollado esté el lóbulo frontal respecto al occipital y parietal, más inteligente será esa persona.
La principal crítica que puede hacerse a la frenología es la manera de como asumen un número totalmente arbitrario de órganos, concebidos todos ellos como fundamentales, innatos, aislados entre sí, localizados en una zona propia y sirviendo de una manera específica y exclusiva a sólo una facultad. Sin embargo, su mérito es mucho más importante; tanto que se les reconoce como los fundadores de la moderna localización cortical.
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