La serotonina es un neurotransmisor presente en distintas áreas de nuestro sistema nervioso central y su función es permitir que nuestras neuronas puedan comunicarse entre ellas.
Es una sustancia química que influye de forma directa con el estado de ánimo, ya que produce efectos antidepresivos y relajantes, y es por ello que diversos científicos e investigadores la llaman la hormona de la felicidad.
Una de sus diversas funciones es regular y equilibrar el apetito, por medio de la sensación de saciedad. Se encarga también de regular nuestros ciclos del sueño, pero un exceso de serotonina puede provocar insomnio.
También tiene un papel destacado en nuestra sexualidad, debido a que, cuando se dan niveles elevados moderadamente, aumenta el deseo sexual. Sin embargo, si hay un nivel bajo, puede suponer una disminución acusada del apetito sexual.
Influye también en la agresión y el enfado, en la regulación del humor, la sensación de dolor y la regulación de la temperatura corporal.
Suele considerarse, pues, una medida objetiva de nuestro estado de ánimo.
¿Cómo influye en nuestro cuerpo?
Si se dan niveles adecuados, la serotonina nos produce una sensación de bienestar y placer pero si los niveles son bajos, por ejemplo debidos a largos periodos de estrés o una mala alimentación, puede llegar a asociarse a trastornos de ansiedad.
Una función importante es la regulación de la temperatura corporal, pudiendo morir grandes grupos de tejidos celulares y existe una diferencia en la regulación de la misma, aunque se trate sólo de unos pocos grados de temperatura corporal.
La salud de nuestros huesos también se ve influida por la serotonina, ya que se ha registrado que quienes toman antidepresivos (que son inhibidores de la recaptación de serotonina), pueden sufrir cambios en su densidad ósea.
En la etapa infantil se ocupa de regular la secreción de hormonas, entre ellas, la hormona del crecimiento. Algunos trastornos mentales como el autismo infantil o la esquizofrenia se asocian a los cambios en dicha sustancia.
¿Por qué se ha ganado el nombre de la hormona de la felicidad y el placer?
Al investigar sobre el bienestar subjetivo y la felicidad individual se ha descubierto cómo las personas mostramos mayor o menor tendencia a la felicidad. Aproximadamente la mitad de los factores que influyen en la felicidad corresponden a la genética, concretamente se considera responsable de la sensación al gen que transporta la serotonina: 5-HTTLPR.
El autor del estudio que subrayó el protagonismo e importancia de este gen, Jan-Emmanuel de Neve, advierte que no es únicamente un gen lo que determina que una persona se encuentre o no satisfecha con su vida, sino que indica que aún no está del todo claro cómo este gen influye en nuestro cerebro. Lo que sí se sabe es que unos niveles adecuados del gen 5-HTTLPR aumentan la predisposición de una persona a la felicidad.
Mejora tu estado de ánimo aumentando tus niveles de serotonina
¿Cómo mejorar nuestra sensación de bienestar y, por tanto, acercarnos más a la felicidad? Aumentando de forma natural nuestros niveles de serotonina es una buena opción y para ello, practicar ejercicios de relajación habitualmente nos facilita la eliminación del estrés, y la mejora de nuestro descanso durmiendo mejor. Mantener un ciclo de sueño regular nos ayuda a mantener un correcto equilibrio en los niveles de serotonina, lo cual influye de forma directa en nuestra sensación de felicidad.
La realización de actividades placenteras y que nos hagan sentir bien también influyen en el aumento de nuestro nivel de serotonina, ya que mejoran nuestro estado de ánimo.
Reducir al mínimo la ingesta de alcohol, azúcares y harinas refinadas, bebidas energéticas o con altas dosis de cafeína y algunos medicamentos también es necesario para mantener buenos niveles de serotonina.
Y por último, hay que recordar que los factores genéticos influyen en la producción y niveles de serotonina, lo que explicaría que algunas personas tengan más predisposición que otras a desarrollar algunos trastornos.
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