En Psicología, entendemos por apego el vínculo emocional y afectivo que desarrollamos de forma innata hacia nuestros principales cuidadores (o figuras de apego) desde la infancia y se puede considerar como un mecanismo de supervivencia de nuestra especie en tanto que nos proporciona estabilidad y seguridad, por lo que establecer un buen apego es importante para que nuestra personalidad se desarrolle adecuadamente.
John Bowlby es considerado el pionero de la teoría del apego, seguido por Mary Ainsworth, quien describe los subtipos de apego, de los que hablaremos enseguida.
El estudio del apego intentaba entender cómo el establecimiento de los vínculos y lazos afectivos desde la infancia podían influir en el desarrollo de la personalidad y, posteriormente, en las relaciones con otras personas.
Actualmente, se consideran 4 subtipos de apego:
1. Apego Seguro. Este tipo de apego tiene como característica que el niño sabe que, haga lo que hagan, sus cuidadores estarán ahí de forma incondicional y no les fallarán. Esto les permite explorar su entorno activa y confiadamente y no sufren si sus padres o cuidadores se van porque entienden que volverán a su lado y tienen buena relación con ellos. Como adultos, interactúan de forma adecuada, no tienen problemas para involucrase más profundamente en las relaciones y no sufren miedo al abandono.
2. Apego Ansioso o Ambivalente. Cuando existe este tipo de apego, el niño no confía en sus cuidadores y siente una inseguridad constante por lo que buscan su aprobación constantemente y se mantienen vigilantes para evitar ser abandonados. De adultos, desconfían de que sus relaciones, especialmente cuando se trata de parejas, les quieran o deseen realmente. Suelen esperar que les den más intimidad y vinculación de la que proporcionan y está relacionado con la dependencia emocional.
3. Apego Evitativo. En este caso, el niño asume que no puede contar con sus cuidadores para nada y eso le hace sufrir a la vez que provoca que aprenda a verse a sí mismo como poco merecedor de ser valorado, amado o querido. En la adultez, les cuesta expresar y entender emociones y por tanto, también les es difícil establecer relaciones profundas o íntimas, que es lo que sus parejas suelen echar en falta, más intimidad en la relación.
4. Apego Desorganizado. Se considera una mezcla entre el evitativo y el ansioso y es el más complicado. El niño presenta conductas contradictorias y comportamientos explosivos e inadecuados. Tienden a evitar la intimidad en las relaciones personales pero no saben gestionar de forma adecuada las emociones, con lo que acaban viéndose desbordados por emociones negativas y les cuesta mucho identificar y expresar las positivas.
En la edad adulta, se muestran como personas con mucha frustración e ira contenidas, sienten que nadie les quiere y por tanto rechazan las relaciones, aunque en realidad, tenerlas es lo que desean y necesitan, pero no saben cómo hacerlo de forma adecuada y sana.
¿Cómo se puede crear un vínculo seguro?
Siendo capaz de percibir y cubrir esas necesidades de contacto físico, consuelo y afecto, estando disponible para el niño y tener esa capacidad de respuesta para cubrir dichas necesidades físicas y emocionales.
Además, nuestros padres pueden ser una base segura gracias a la comunicación y transmitiéndonos sus sentimientos, ayudándonos a entender lo que nosotros sentimos y a regular nuestras emociones, poniendo límites razonables y dándonos cuidado, protección y seguridad.
¿Puedo cambiar mi estilo de apego?
Sí. Puedes aprender a entender por qué tienes el tipo de apego que tienes y desarrollar estrategias para entender, regular y gestionar tus emociones, mejorando tus relaciones interpersonales y crear un estilo más adaptativo y que te dé más seguridad y confianza en ti mismo, que luego puedas trasladar a tus relaciones con otras personas y aprender a confiar y abrirte a ellas también, poniendo tus propios límites.
En Psicología Psicax podemos ayudarte en este proceso de conocerte y crear la mejor versión de ti mismo.
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