La separación es un proceso complejo compuesto de varias etapas diferenciadas. La 1ª etapa, la constituye la fase de deliberación, que se refiere al momento desde que se nos plantea la idea de separación hasta que llegamos al convencimiento de que es la única salida, tomamos la decisión definitiva y damos los primeros pasos para materializarla. Se caracteriza por el distanciamiento del otro en todas las áreas.
La 2ª etapa es la del litigio que se refiere al tiempo que dura todo el proceso legal. Algunas parejas inician esta fase sin haber asumido del todo la fase anterior en un intento de amenazar o forzar los cambios que desean.
La etapa de transición empieza en el momento de la separación física y no se completa hasta que la persona se considera soltera de nuevo.
La siguiente etapa es la de reajuste, que no es otra cosa que empezar una nueva vida.
La actitud deseable en un proceso de separación es crear un clima de acuerdos. Cuanto menos resentimiento y odio y cuanto más contribuyamos al bienestar e independencia del otro, antes lo superaremos. Seguramente se tenga que llegar a un acuerdo en cuanto a lo económico a partir de la separación: reparto de bienes, pensiones, mantenimiento de los hijos, guardia, custodia…
También tendrán que seguir en contacto por el bien de los hijos, ya sea viéndose en ocasiones especiales o ya sea por contactando por teléfono para hablar de los hijos. Por lo que una buena comunicación con el otro y una actitud cooperativa es lo ideal.
Cuando esta actitud es imposible, es recomendable que los acuerdos se lleven a cabo con la presencia de un mediador, cuyas funciones son generar opciones, analizar las propuestas, compartir el conocimiento legal, preparar documentos y mantener la neutralidad. El equipo ideal de mediación debería estar formado por un abogado y un psicólogo. Una vez alcanzado el acuerdo, se llevará para que el abogado lo replantee en términos legales.
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