El trastorno se caracteriza porque el niño regurgita a la boca la comida que ha ingerido previamente y comienza de nuevo a masticarla. Esto puede ocurrir en varias ocasiones y sin llegar a vomitarla. Estas conductas deben aparecer tras una etapa de funcionamiento normal y su duración ha de ser de por lo menos un mes.
Así, el alimento que ha sido parcialmente ingerido vuelve a la boca sin que estén presentes arcadas, nauseas o el niño muestre un disgusto por la comida o tenga una enfermedad gastrointestinal. Generalmente el alimento es de nuevo masticado y posteriormente ingerido, pero puede ser arrojado de la boca.
Este trastorno no debe coexistir con anorexia o bulimia nerviosa. Si coexiste con retraso mental o trastorno generalizado del desarrollo, para poder diagnosticarse trastorno de rumiación, éste debe ser suficientemente grave.
Los niños que padecen este trastorno suelen adoptar una postura característica en la que se estiran y arquean la espalda dejando colgar la cabeza hacia atrás, haciendo movimientos de masticación y de tragar hasta que sube la comida. Es decir lo hacen voluntariamente y dan la impresión de experimentar agrado. Generalmente estos niños se muestran hambrientos e irritables entre los periodos de regurgitación. Puede haber malnutrición, llegando a considerarse tasas de mortalidad próximas al 25%.
El trastorno suele iniciarse en torno a los 6-12 meses de vida. Generalmente suele desaparecer espontáneamente aunque en algunos casos el curso puede mantenerse durante tiempo y en los casos más graves puede conducir a la muerte.
Generalmente se asume una etiología multicausal donde entran en juego factores psicológicos
, socioculturales y biológicos, contribuyendo en diversos grados a la aparición y mantenimiento del cuadro.
Comentarios