Las tres técnicas más utilizadas son las siguientes:
- Rayos X de contraste: en las imágenes por rayos X no se aprecia el tejido cerebral sino que se utiliza para observar dos compartimentos del cerebro: el sistema ventricular y el sistema circulatorio cerebral.
Consiste en inyectar en uno de estos compartimentos una sustancia radioopaca que hace que aumente el contraste entre el compartimento y el tejido adyacente lo que permite obtener una imagen de su anatomía.
Una alternativa de esta misma técnica es la neumoencefalografía (que utiliza el aire como sustancia radioopaca, sustituyendo por él el liquido ventricular).
- Tomografía computerizada de rayos (TC o TAC): consiste en una técnica de rayos X asistida por computadora que puede ser empleada para observar el encéfalo y otras estructuras internas.
Durante la prueba el sujeto permanece quieto con la cabeza colocada dentro de un cilindro. A un lado del cilindro se sitúa un tubo que proyecta un haz de rayos X a través de la cabeza hacia un detector de rayos X situado en el lado opuesto. El TAC consigue trazar una imagen porque discrimina las distintas densidades de los tejidos. El tubo y el detector de rayos gira, de manera que permite obtener muchas imágenes individuales. Estas imágenes se combinan en una computadora proporcionando al final una imagen tridimensional.
- Imagen por Resonancia magnética (IRM): el procedimiento se basa en hacer pasar un campo magnético a través del encéfalo, lo cual activa los átomos de hidrógeno presentes en las diferentes estructuras. Al ser activados, los átomos de hidrógeno emiten unas ondas que son las que el aparato utiliza para contruir la imagen.
Esta técnica permite construir imágenes tridimensionales de alta resolución de las estructuras del cerebro, proporcionando una imagen más clara que el TAC.
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