Cuando hablamos de personalidad, ésta se define como un área de funcionamiento personal que es resistente al cambio, está consolidada y supone una coherencia en la forma de comportarse de la persona a lo largo del tiempo y en distintos contextos y también identifica al individuo a lo largo de su vida.
Se han descrito varios trastornos de la personalidad, que se dividen en tres tipos: A (individuos raros y excéntricos), B (personalidades emocionales, teatrales y erráticas) y C (individuos temerosos y con marcada ansiedad. El Trastorno de la personalidad Paranoide pertenece al grupo A.
El manual de criterios diagnósticos DSM-V (APA, 2014) lo define como: “Desconfianza y suspicacia intensa frente a los demás, de tal manera que sus motivos se interpretan como malévolos, que comienza en las primeras etapas de la edad adulta y está presente en diversos contextos (…)” y que se manifiesta por presentar cuatro o más de los hechos que siguen:
-Suelen sospechar, sin una base para ello, que los demás les van a engañar o que les van a hacer daño ("lo hacen para fastidiarme", "para burlarse de mí").
-Tienden a preocuparse por dudas que no están justificadas sobre la lealtad de amigos, compañeros de trabajo, socios…
-Son personas que se muestran reticentes a confiar en los demás por un temor no justificado a que la información que compartan con ellos pueda ser utilizada en su contra en un futuro.
-Ven significados ocultos amenazadores o degradantes en los hechos más inocentes, como si fueran a humillarlos constantemente.
-Suelen mostrar rencor durante largo tiempo, no olvidan insultos, desprecios o injurias hacia su persona.
-Perciben ataques hacia ellos o hacia su reputación que los demás no ven ni comparten y la persona paranoide está dispuesta a contraatacar o a responder con ira, está a la defensiva.
-Continuamente y de forma no justificada, sospecha que su pareja le es infiel.
Este trastorno, como muchos otros trastornos de la personalidad, suele comenzar en el inicio de la edad adulta y el tratamiento no es fácil, realmente no se llega a “cambiar” radicalmente la personalidad, PERO SÍ se pueden lograr mejoras en las relaciones interpersonales y en la forma de plantearse la vida y las expectativas, así como una mejora del afrontamiento de las situaciones estresantes. En este tipo de trastornos, los terapeutas enseñamos a quienes los padecen a aprender a vivir con sus dificultades aprendiendo a afrontar su problema lo mejor posible.
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